La última edición del Gran Premio de la Ciudad de México nos dejó innumerables emociones, pilotos al límite y una increíble actuación de un joven talento que sigue dejando huella en la máxima categoría del automovilismo mundial. Oliver Bearman, piloto reserva de la escudería Ferrari, se robó los focos en una carrera “loca”, como él mismo la describe, con un resultado que representa el mejor de su incipiente trayectoria en la Fórmula 1.
Bearman tomó parte del fin de semana mexicano como piloto de pruebas, ocupando el volante de Haas durante la primera sesión libre en el Autódromo Hermanos Rodríguez. Desde tempranas horas del viernes, el británico demostró su madurez y temple, logrando adaptarse rápidamente a las particularidades del circuito, con la altitud y las exigencias técnicas que muchos pilotos experimentados aún encuentran desafiantes.
A pesar de estar en una posición generalmente reservada para los más veteranos del paddock, Bearman aprovechó cada kilómetro en pista para cimentar su aprendizaje y fortalecer su confianza, recibiendo elogios del propio equipo Haas por su capacidad para ofrecer retroalimentación precisa y relevante en la puesta a punto del monoplaza. Pero lo que verdaderamente resaltó fue la consistencia y ritmo demostrados: “Fue una carrera de locos, pero el coche estuvo impecable y el equipo trabajó estupendamente. Estoy muy feliz”, indicó tras bajarse del auto.
El contexto del Gran Premio no pudo ser más desafiante. El tráfico constante, los cambios en las estrategias y la aparición reiterada del auto de seguridad pusieron a prueba a todos. Bearman, sin embargo, mantuvo la cabeza fría. Supo aprovechar los reagrupamientos y evitó incidentes, situándose en zonas de puntos durante varios compases de la competencia. Esta consistencia se tradujo en su mejor resultado hasta la fecha, superando a varios pilotos ya consolidados, lo que sin duda refuerza su candidatura para una butaca titular en el futuro.
Los expertos del paddock no han pasado por alto la progresión del joven británico. Algunos destacan la inteligencia para gestionar neumáticos y la paciencia para elegir los momentos justos de ataque, algo poco habitual en pilotos con tan poca experiencia en un fin de semana real de Gran Premio. Además, Bearman se mostró colaborativo, proporcionando información clave que permitió a Haas tomar decisiones acertadas de cara a la estrategia, lo que fue vital para maximizar el resultado final.
El propio Bearman resaltó la importancia de toda la preparación en simulador y la confianza que el equipo ha depositado en él: “Cada vez que me subo al coche me siento más cómodo. La preparación previa fue clave y agradezco mucho la oportunidad. Todos en el equipo me han arropado y eso se refleja en el resultado”, apuntó visiblemente emocionado.
Para la escuadra Haas y la academia Ferrari, el rendimiento de Bearman es una magnífica noticia. Renovar el compromiso con jóvenes valores puede aportar frescura y nuevas ideas a estructuras que sufren para encontrar consistencia y regularidad en mitad de la parrilla. No sería descabellado pensar que, de seguir en esta línea, Oliver Bearman aparecerá en debates sobre posibles alineaciones titulares para 2025.
Este Gran Premio mexicano será difícil de olvidar para Bearman y sus seguidores. El británico ha conseguido algo más que un resultado: ha conquistado el reconocimiento de aficionados y expertos, ha mostrado temple y madurez, y sobre todo, ha demostrado que el futuro de la Fórmula 1 está en buenas manos. Los retos seguirán creciendo, pero su nombre ya está firmemente inscrito en el radar de la categoría reina.