El Gran Premio de Azerbaiyán de Fórmula 1 dejó un sabor amargo para el equipo Alpine y, especialmente, para Pierre Gasly. El piloto francés, que llegaba a Bakú con expectativas de continuar el progreso mostrado en las primeras carreras del año, se vio atrapado en un fin de semana plagado de problemas, donde la falta de rendimiento y los percances técnicos condicionaron por completo sus opciones de pelear por los puntos.
Desde la primera sesión de entrenamientos libres el viernes, Gasly experimentó dificultades para sacar el máximo partido de su monoplaza. La falta de ritmo a una vuelta y una configuración que no terminó de adaptarse ni a las curvas lentas ni a las rapidísimas rectas del circuito urbano de Bakú pusieron en evidencia las carencias actuales del A523, el monoplaza de Alpine para esta temporada. La situación empeoró aún más durante la clasificación, cuando un problema hidráulico forzó a Gasly a detenerse en pista, truncando cualquier posibilidad realista de pelear por la Q3.
La carrera no trajo alivio para el equipo francés. Situado en la parte trasera de la parrilla, Gasly tuvo que lidiar con un tráfico constante, complicaciones en las estrategias de parrilla y un desgaste inusualmente alto de los neumáticos. Durante el transcurso de la prueba, el francés afirmó por radio que era “imposible defenderse de cualquier rival”, revelando la impotencia y frustración que sintió durante todo el fin de semana.
El director del equipo, Otmar Szafnauer, reconoció tras la carrera que el rendimiento de Alpine está muy por detrás de lo esperado y que el equipo debe redoblar esfuerzos para paliar los problemas de fiabilidad y rendimiento. “No tuvimos absolutamente ninguna posibilidad de competir,” aseguró Gasly en declaraciones posteriores. Esta afirmación retrata con crudeza la diferencia que actualmente existe entre Alpine y las escuderías punteras de la parrilla, como Red Bull, Ferrari o Mercedes.
El bajón de resultados es doblemente preocupante considerando que Alpine inició la temporada con el objetivo de aproximarse progresivamente al grupo de cabeza y luchar por podios eventuales. Sin embargo, la realidad actual dista mucho de dichas expectativas. La falta de ritmo tanto en clasificación como en carrera, junto a los contratiempos mecánicos, están lastrando el desarrollo del proyecto. Además, los puntos cedidos ante rivales directos como McLaren o Aston Martin pueden pesar mucho al finalizar el campeonato.
Uno de los aspectos que más preocupa a la afición y al propio Gasly es la falta de respuestas concretas a los problemas detectados. El equipo se ha comprometido a revisar en profundidad los datos y probar soluciones radicales de cara a las próximas carreras europeas, donde históricamente Alpine ha demostrado capacidad de reacción. La imposibilidad de competir en igualdad de condiciones en Bakú ha generado cierto grado de urgencia en la fábrica de Enstone, donde ingenieros y técnicos ya trabajan a contrarreloj para revertir la situación.
El propio Gasly, lejos de mostrarse derrotado, confía en el potencial del equipo para reaccionar y retomar la senda positiva. “Es una situación dolorosa, pero no vamos a rendirnos. Sé que el equipo tiene talento y tecnología para solucionar los problemas, solo necesitamos tiempo y trabajo conjunto.” Estas palabras ilustran la mentalidad resiliente del piloto y el espíritu combativo de una escudería histórica en la Fórmula 1.
A pesar del complicado presente, los aficionados pueden agarrarse a la esperanza de que Alpine, con su experiencia y recursos, consiga revertir la tendencia negativa y volver a ser protagonista. La temporada es larga y aún restan muchas carreras para demostrar que, en Fórmula 1, nunca está todo escrito. La próxima cita europea será clave para medir el verdadero potencial de la escudería francesa y marcar el rumbo del campeonato tanto para Gasly como para todo el equipo.