En la vertiginosa noche del Gran Premio de Las Vegas de Fórmula 1, uno de los temas más candentes fue el desgaste del “plank” o tira de madera que recubre la base de los monoplazas. Este elemento, aunque a menudo pasa desapercibido para el gran público, es crucial para mantener el cumplimiento técnico y la seguridad en la categoría reina del automovilismo. En el caso particular de McLaren, su interpretación de las reglas sobre el desgaste de este componente fue puesta bajo el microscopio tras detectarse una erosión significativa en sus monoplazas durante la carrera disputada en el corazón del Strip.
El “plank”, introducido en los años 90 como parte de las medidas de seguridad para limitar la reducción de altura de los coches (y por tanto el efecto suelo), está compuesto por un material denominado Jabroc. Según el reglamento, este componente debe mantener una determinada altura y resistencia al desgaste, asegurando que los equipos no reduzcan peligrosamente la distancia al suelo para maximizar el rendimiento aerodinámico. Durante el GP de Las Vegas, la inspección post-carrera reveló que los McLaren habían sobrepasado el límite de desgaste permitido, aunque el equipo argumentó que factores ajenos, como los baches y la configuración especial del circuito urbano, contribuyeron a la situación.
La FIA es clara en su normativa: el “plank” no puede desgastarse más allá de 1 mm respecto a su espesor original de 10 mm en ninguno de los puntos de medición establecidos. La razón de esta tolerancia mínima es evitar que los ingenieros bajen los coches en exceso, lo que podría representar un riesgo para la integridad de los pilotos en caso de impacto con el asfalto. No obstante, los equipos siempre buscan ese límite difuso que equilibra eficiencia aerodinámica y cumplimiento regulatorio, siendo el caso de McLaren en Las Vegas un claro ejemplo de los riesgos que esto conlleva.
El desgaste irregular del “plank” en el trazado estadounidense generó una ola de comentarios tanto desde el paddock como en la afición. Según fuentes del equipo británico, la naturaleza misma del circuito, con sus largas rectas, frenadas violentas y baches inesperados, supuso un desafío sin precedentes para la gestión de la altura y la rigidez de la suspensión. Pese a sus esfuerzos por evitar un desgaste excesivo, McLaren se vio envuelto en la polémica al término de la carrera, evidenciando lo fino que es el margen entre la legalidad técnica y la búsqueda del rendimiento.
Cabe recordar que la FIA realiza inspecciones aleatorias y minuciosas de los monoplazas tras cada Gran Premio, centrándose especialmente en componentes que influyen en la seguridad y el rendimiento. En 2023, ya presenciamos sanciones ejemplares a otros equipos por cuestiones similares, lo que pone de relieve la importancia de respetar las especificaciones técnicas y adaptarse a las condiciones particulares de cada circuito. La innovación en el diseño y la gestión del “plank” sigue siendo un arte sutil que define la frontera tecnológica y competitiva de la F1 moderna.
Más allá de las sanciones o investigaciones, este episodio resalta la capacidad de los equipos – y en especial de los ingenieros – para interpretar los reglamentos al límite. En un calendario tan diverso como el de la Fórmula 1 actual, donde los monoplazas pasan de circuitos urbanos repletos de baches a trazados tradicionales como Monza o Silverstone, gestionar correctamente la altura del coche y el desgaste de la base se convierte en uno de los desafíos más cruciales de la temporada.
Las innovaciones y lecciones aprendidas de Las Vegas sin duda provocarán actualizaciones en la gestión del “plank” por parte de McLaren y del resto de la parrilla. Para los seguidores de la F1, entender estas historias técnicas agrega una nueva dimensión al espectáculo, recordándonos que la excelencia deportiva va siempre acompañada de una sofisticación técnica sin igual.
