La escudería Ferrari llegaba al Gran Premio de Las Vegas con altas expectativas tras mostrar un rendimiento competitivo en las sesiones de clasificación. Charles Leclerc y Carlos Sainz partían desde posiciones privilegiadas, generando optimismo entre los tifosi y, por qué no decirlo, entre buena parte de los aficionados neutrales que buscaban emoción en la recta final de la temporada. Sin embargo, la carrera en el Strip de Las Vegas terminó dejando un sabor agridulce en la escuadra de Maranello, que volvió a toparse con errores estratégicos y circunstancias adversas que les privaron de una victoria memorable.
El Gran Premio comenzó de manera trepidante, con incidentes en la primera curva y múltiples alternativas desde la largada. Ferrari parecía tener el ritmo necesario para luchar de tú a tú con Max Verstappen y Red Bull, sobre todo gracias a la excelente salida de Leclerc, quien logró mantener la pole position y liderar durante varias vueltas. Sin embargo, la alegría pronto se empañó: una parada desafortunada bajo el Safety Car y la elección incorrecta de compuestos en momentos clave condicionaron el resto de la carrera para ambos pilotos del Cavallino Rampante.
Carlos Sainz, por su parte, podría haber sido gran protagonista en Nevada a pesar de la sanción que recibió en la previa del evento, derivada de un incidente ajeno a su responsabilidad. No obstante, su intento de remontar estuvo plagado de dificultades, limitando sus opciones a luchar por el podio. Como es habitual, el piloto madrileño no escondió su frustración por las decisiones estratégicas tomadas desde el muro y la falta de fortuna en los Safety Cars, factores que nuevamente mermaron el resultado final de Ferrari.
Más allá del resultado, la carrera de Las Vegas puso de manifiesto las carencias que han perseguido a Ferrari durante toda la temporada: falta de contundencia en las decisiones estratégicas y dificultades para ejecutar paradas en boxes bajo presión. Mattia Binotto y su equipo técnico tienen trabajo por delante si quieren que el SF-23 se convierta en un serio aspirante a las victorias durante toda la temporada y no solo en trazados favorables. La capacidad de adaptación frente a situaciones cambiantes en pista sigue siendo una asignatura pendiente para los de Maranello.
Por otro lado, cabe destacar el enorme desempeño individual de Charles Leclerc, quien, pese a las adversidades, volvió a demostrar su talento innato y su capacidad para exprimir cada décima del coche. El monegasco mantuvo el ritmo de los hombres de Red Bull durante buena parte de la carrera e incluso llegó a recuperar posiciones clave tras perder el liderato por cuestiones estratégicas. Su lucha con Verstappen fue, sin duda, uno de los momentos más vibrantes del domingo en Las Vegas, regalando a los aficionados adelantamientos al límite y maniobras dignas de campeones del mundo.
Mientras el campeonato encara su recta final, Ferrari debe aprovechar las últimas carreras para revalidar su estatus como equipo histórico y poner en valor el talento de su dupla de pilotos. El trabajo de ingenieros y estrategas será fundamental para evitar que se repitan los errores que han impedido a la escudería convertir buenas oportunidades en resultados sobresalientes. Con la competencia cada vez más feroz y equipos como Mercedes y McLaren pisando fuerte, la próxima temporada será determinante para el futuro de Ferrari en la era moderna de la Fórmula 1.
El Gran Premio de Las Vegas, pese a la frustración por una oportunidad perdida, deja al menos la certeza de que Ferrari sigue siendo capaz de luchar por los grandes objetivos si logra consolidar su rendimiento en todos los aspectos. Los tifosi esperan que las próximas carreras ofrezcan el resurgir definitivo del Cavallino y que, finalmente, los de Maranello logren transformar el potencial en victorias y títulos.