La temporada 2024 de Fórmula 1 ha sido una montaña rusa para McLaren, un equipo que tras un inicio dubitativo logró convertirse en uno de los principales protagonistas del campeonato. Sin embargo, el Gran Premio de Las Vegas representó un auténtico desafío para los de Woking, quienes encontraron en el icónico trazado urbano del “Strip” algunas debilidades inesperadas. Para los aficionados y expertos, resultó evidente que el monoplaza naranja no se adaptó tan bien como lo hizo en circuitos tradicionales, lo que ha hecho saltar las alarmas respecto a los límites actuales del proyecto técnico de McLaren.
Las calles de Las Vegas, con su asfalto resbaladizo y largas rectas entremezcladas con curvas de baja velocidad, pusieron a prueba el comportamiento aerodinámico y la eficiencia del MCL38. Este monoplaza, que brilló tanto en circuitos de alta carga como Suzuka y Silverstone, mostró claros signos de debilidad en los sectores donde la tracción y la gestión de neumáticos resultan críticos. Ni Lando Norris ni Oscar Piastri lograron encontrar el equilibrio adecuado para extraer el máximo rendimiento, viéndose superados por escuderías que habitualmente se encuentran por detrás en la parrilla.
Uno de los elementos que más preocupó al equipo fue el pobre desempeño en los compuestos blandos y la dificultad para calentar los neumáticos, algo que frustró las esperanzas de alcanzar el podio en la ciudad del juego. McLaren, que había apostado por una configuración de baja carga para optimizar la velocidad punta, se dio de bruces con la realidad: el coche carecía de estabilidad en las frenadas y se mostró particularmente vulnerable en las curvas lentas, un escenario en el que Ferrari y Red Bull se desenvolvieron con mayor soltura.
El análisis interno del equipo ha sido minucioso. Ingenieros y mecánicos han revisado cada dato en busca de respuestas y soluciones para futuros desafíos urbanos. Una de las claves identificadas es la falta de flexibilidad en la ventana de trabajo del chasis y la suspensión, especialmente en trazados poco convencionales como Las Vegas. La baja temperatura ambiente agravó las dificultades para controlar la degradación de los neumáticos, obligando a los pilotos de McLaren a modificar constantemente su estilo de pilotaje durante la carrera, perdiendo terreno con los rivales directos.
Desde la dirección técnica, James Key y su equipo han confirmado la necesidad de introducir mejoras en el sistema de frenado y en la gestión térmica, dos elementos que serán vitales de cara a las siguientes citas en calendarios urbanos, como Singapur o Abu Dabi. "Necesitamos redoblar los esfuerzos para encontrar soluciones a estos problemas recurrentes en los circuitos urbanos. La consistencia del ritmo de carrera depende cada vez más de nuestra capacidad para adaptarnos a diferentes tipos de asfalto y temperatura", afirmó un portavoz del equipo.
No obstante, la situación no es catastrófica para McLaren. El año pasado, el equipo demostró una asombrosa capacidad de reacción tras un inicio discreto, alcanzando varias veces el podio gracias a actualizaciones técnicas muy eficaces. El objetivo interno, ahora, es replicar ese espíritu de innovación para desbloquear el potencial del MCL38 en todos los escenarios posibles. La interacción de la fábrica de Woking con sus pilotos será fundamental para ajustar los próximos paquetes aerodinámicos que apuntan no solo a mejorar la velocidad en recta, sino también a dotar de mayor versatilidad al monoplaza.
Para los fans del equipo y de la F1 en general, la incógnita es clara: ¿podrá McLaren corregir sus debilidades antes de volver a los impredecibles circuitos urbanos? La historia reciente da motivos para el optimismo, pero la competencia en la zona alta de la parrilla es feroz y cualquier fallo puede marcar la diferencia entre la gloria y el olvido. Las próximas semanas serán cruciales para desvelar si McLaren, con su mezcla de juventud y experiencia, está listo para desafiar a los mejores en cualquier terreno. El reto está servido.
