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¡No creerás quién usó el número de otro piloto en F1!

¡No creerás quién usó el número de otro piloto en F1!

Equipo FansBRANDS® |

En la historia de la Fórmula 1, los números de los monoplazas no son simples cifras estampadas en la carrocería: representan identidad, legado y hasta superstición. Cada piloto forja su camino, muchas veces asociado a un número icónico que la afición asocia inmediatamente a su nombre. Sin embargo, han existido momentos curiosos y sorprendentes cuando un piloto, por diferentes circunstancias, compite usando el número de otro colega, creando así episodios singulares que enriquecen la narrativa del Gran Circo.

La relevancia de los números en la Fórmula 1 va mucho más allá de la estadística. Desde los números permanentes apropiados por pilotos como Lewis Hamilton con el 44, Sebastian Vettel con el 5, o Max Verstappen con el 33, cada uno ha buscado forjar una marca personal. Pero a veces, la historia y la reglamentación deportiva hacen que ese número cambie de manos de forma temporal, desencadenando situaciones insólitas y, en algunos casos, muy controvertidas.

Un ejemplo reciente y famoso nos remonta al 2014, con la instauración de los números permanentes. Antes, los números cambiaban cada año según la posición de los equipos en el campeonato anterior. Entonces, era más frecuente que los pilotos compartieran o heredaran números ajenos tras cubrir ausencias, accidentes y traspasos inesperados dentro de un mismo fin de semana de Gran Premio. Casos emblemáticos como el de Ayrton Senna usando el número de Alain Prost cuando este último no pudo participar, o el legendario número 2 de Ferrari lucido por distintos pilotos tras el retiro forzado por lesión de algunos titulares, nutren este anecdotario único del deporte.

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Varios episodios han rozado lo excéntrico. Uno de los más recordados sucedió en la década de 1980, cuando Nigel Mansell debió pilotar con el número 5, el famoso “Red 5”, tras la indisposición de un compañero. Este episodio dio pie a una de las asociaciones de números más legendarias, pues Mansell adoptó ese número como amuleto y lo llevó a la gloria, al punto que la frase “Red 5” es hoy sinónimo de velocidad y determinación.

Otro caso para la posteridad fue el de Nico Hülkenberg en 2015, quien tuvo que utilizar el número de coche de otro piloto por una sustitución de último momento. Estas situaciones no solo generan anécdotas, sino que también plantean retos logísticos para los equipos, la FIA y los propios comentaristas deportivos, que deben adaptarse rápidamente para informar con claridad al público y evitar confusiones en plena retransmisión.

Aunque la reglamentación actual de la F1 ha reducido la espontaneidad de estos intercambios de números al establecer un sistema permanente, aún pueden ocurrir excepcionalmente por sustituciones de emergencia o resoluciones técnicas imprevistas. Cada vez que esto sucede, la emoción y el revuelo en redes sociales se palpan de inmediato, ya que los fans reaccionan ante el regreso o la “apropiación temporal” de un número histórico.

El valor sentimental de los números perdura. Los coleccionistas, apasionados y viejos aficionados suelen debatir sobre el piloto más representativo de cada número, y más de un niño y adolescente elige con orgullo sus cifras favoritas siguiendo estos relatos. Dentro del paddock, los pilotos mismos a menudo exhiben un fuerte apego, como se vio cuando Daniel Ricciardo insistió por conservar su 3 al cambiar de escudería, o cuando Fernando Alonso recuperó el 14, que lo acompaña desde su debut en karts.

Más allá del reglamento y las anécdotas, los números de los coches ofrecen a los aficionados un puente directo con la historia, permitiéndoles revivir épocas doradas o recordar gestas inolvidables. Cuando un piloto lleva el dorsal de otro, se produce esa magia especial que solo la F1 puede ofrecer: la unión de legados, la continuidad de la pasión y la posibilidad siempre viva de crear nuevas leyendas sobre el asfalto.