Alpine atraviesa uno de los momentos más complicados de su historia reciente en la Fórmula 1. El equipo francés, que alguna vez deslumbró como Renault y sorprendió con podios bajo el nombre de Alpine en 2021 y 2022, actualmente se enfrenta a serios desafíos tanto en la pista como en los despachos. Pero, ¿cuáles son las causas profundas de este retroceso y por qué la escudería apuesta el todo por el todo al nuevo reglamento técnico de 2026?
La temporada 2024 ha sido frustrante para el equipo de Enstone. El monoplaza A524 ha mostrado graves deficiencias en distintos aspectos: peso elevado, falta de carga aerodinámica y una unidad de potencia que parece totalmente desfasada respecto a sus competidores. Los números lo evidencian: Alpine ha quedado rezagado en la lucha por puntos, superado incluso por equipos clientes que utilizan motores de otros fabricantes.
Las decisiones técnicas y gerenciales de los últimos años han terminado por pasar factura. El proyecto actual parece estar “limitado de raíz”, según declaraciones de ingenieros dentro de la propia fábrica. La introducción de un nuevo concepto aerodinámico no logró el impacto esperado y las dificultades para mejorar el chasis siguen evidenciando una falta de recursos y dirección clara a largo plazo. Además, los recientes cambios en la dirección deportiva han inyectado incertidumbre en el futuro inmediato del equipo.
Entre los aspectos más señalados está la unidad de potencia, que pese a mejoras en fiabilidad, se percibe como una de las menos eficientes del paddock. El congelamiento de los motores hasta 2025 limita severamente la capacidad de Alpine para recuperar terreno, obligándolos a centrar su desarrollo en el chasis y la aerodinámica, áreas donde tampoco logran despejar las dudas.
A nivel institucional, Alpine ha sufrido una reciente fuga de talentos clave, tanto en ingeniería como en gestión, lo que ha dejado un vacío técnico. A esto se suma la presión de la matriz Renault, poco dispuesta a continuar invirtiendo sin resultados sólidos en un clima donde la competencia entre fabricantes se intensifica de cara a las nuevas regulaciones de motores para 2026.
El optimismo de la escudería de cara a 2026 radica en su promesa de una revolución reglamentaria que igualará a todos los equipos, con la esperanza de que Alpine aproveche la oportunidad para construir desde cero y no arrastrar las deficiencias actuales. La centralización del desarrollo del motor en Viry-Châtillon y el refuerzo de la colaboración con Enstone forman parte de un nuevo plan integral, todavía en fase inicial.
Mientras tanto, tanto Esteban Ocon como Pierre Gasly se muestran inquietos ante un futuro incierto, con rumores sobre posibles movimientos en el mercado de pilotos. La presión por resultados inmediatos y la batalla por asegurar patrocinadores se convierte en un enemigo invisible que carcome la moral del equipo y su capital humano.
El desafío para Alpine de recuperar un rol protagonista en Fórmula 1 es titánico, y la apuesta por 2026 será su verdadero examen de fuego. Los aficionados esperan con ansias ver si el equipo puede renacer mediante innovación y trabajo en equipo, o si el sueño francés en la máxima categoría quedará relegado a la historia.