La escudería Ferrari enfrentó uno de sus fines de semana más desafiantes de la temporada en el Gran Premio de São Paulo, un circuito donde históricamente ha conseguido buenos resultados. Los tifosi, fieles seguidores del Cavallino Rampante, esperaban una actuación sólida siguiendo el buen momento mostrado en carreras previas. Sin embargo, la realidad en Interlagos resultó ser bastante diferente, exponiendo áreas de oportunidad y poniendo en jaque la fortaleza del equipo rojo en esta recta final de temporada.
Desde el primer día en Brasil, Ferrari comenzó a evidenciar ciertas limitaciones con el equilibrio y la consistencia de sus monoplazas. Durante las sesiones de práctica y clasificación, tanto Charles Leclerc como Carlos Sainz lucharon por igualar el ritmo de sus principales rivales. Aunque lograron cierto posicionamiento estratégico para la carrera, el panorama nunca terminó de ser halagüeño debido a la imprevista pérdida de rendimiento en ritmo de carrera, comparado con el rendimiento de Red Bull, Mercedes e incluso McLaren.
El punto de inflexión llegó el domingo, cuando quien más sufrió la volatilidad del fin de semana fue Charles Leclerc. Una serie de infortunios y fallos técnicos, especialmente el colapso hidráulico que le obligó a abandonar la vuelta de formación, fue una de esas imágenes que ningún seguidor de Ferrari desea ver. Sainz, por su parte, tampoco pudo ir al ataque como en citas previas; la falta de agarre y el desgaste excesivo de los neumáticos limitaron considerablemente sus aspiraciones, resignándose a una carrera en defensa y lejos de los podios soñados.
El director del equipo, Frederic Vasseur, fue contundente al término del Gran Premio. Reconoció el “castigo” que significó esta cita brasileña para los de Maranello. Vasseur enfatizó que, aunque la suerte no jugó a favor, la escudería debe asumir responsabilidades sobre su preparación para distintas condiciones de pista y trabajar aún más en la fiabilidad. El retiro prematuro de Leclerc, quien se encontraba en segunda posición al momento del fallo, y la imposibilidad de Sainz para competir por las primeras plazas, dejan claro que Ferrari aún necesita solventar debilidades para aspirar a ser protagonistas constantes.
El rendimiento dispar entre las sesiones cortas del Sprint y la carrera larga del domingo generó preguntas entre los ingenieros respecto a la ventana óptima de funcionamiento del SF-23 en circuitos de alta exigencia térmica. Interlagos, con su asfalto abrasivo y condiciones impredecibles, volvió a mostrar lo delicado que puede ser el balance de un monoplaza, obligando al equipo a replantear ciertas estrategias en cuanto a elección de compuestos y set-up aerodinámico.
Para los aficionados, encontrar ánimos tras una jornada tan dura parece complicado, pero Ferrari sigue contando con recursos, talento y organización para reponerse. Cada descalabro en Fórmula 1 suele ser también una fuente de aprendizaje. El equipo ahora se enfrentará al reto de analizar al detalle los datos recolectados y transformar la frustración vivida en Interlagos en evoluciones concretas para las últimas carreras del año y, sobre todo, para el próximo proyecto técnico rumbo a 2025.
Con la batalla por la segunda posición en el campeonato de constructores más apretada que nunca, Ferrari tendrá que encontrar rápidamente soluciones si quiere asegurar su lugar por delante de Mercedes y McLaren. Sus seguidores seguirán atentos, esperando que la escudería vuelva a los primeros planos en las fechas venideras, reafirmando que el legado y el honor rojo de Maranello nunca se rinde.
