La Fórmula 1 vivió una noche electrizante en el Gran Premio de Las Vegas 2025, una carrera cargada de dramatismo y grandes gestas bajo las luces cegadoras del legendario Strip. La cita, que prometía espectáculo y estuvo marcada por la estrategia, riesgos e incidentes, dejó a los aficionados del automovilismo una velada repleta de emociones y momentos que quedarán grabados en la temporada.
En la previa, la expectación era máxima y los equipos trabajaron al milímetro para adaptarse al singular trazado urbano de la capital del entretenimiento. Ya desde el inicio, la lucha por posiciones estuvo al rojo vivo, con varias escuderías apuntando a llevarse el protagonismo en esta segunda edición del renacido GP de Las Vegas. No faltaron los adelantamientos audaces en las largas rectas ni los duelos apretados en las curvas traicioneras junto a los casinos. La exigencia técnica del circuito y el asfalto, que cambió de temperatura constantemente, forzaron a pilotos e ingenieros a tomar decisiones de alto riesgo.
Un punto importante de la carrera fue la gestión de neumáticos, que resultó más desafiante de lo esperado. Las temperaturas nocturnas provocaron que los compuestos se comportaran de manera impredecible, obligando a algunos equipos a adelantar sus paradas y a otros a jugarse a una estrategia a una sola parada. Los pilotos que supieron adaptarse rápidamente sacaron ventaja y fueron capaces de ganar posiciones clave a mitad de la prueba, mientras que otros sufrieron con la degradación y terminaron perdiendo un valioso botín de puntos.
Las escuderías punteras volvieron a demostrar por qué ocupan las posiciones de privilegio en el campeonato. Red Bull apostó por una estrategia agresiva desde el inicio, logrando colocar a sus dos coches en la lucha directa por el podio. Ferrari, por su parte, optó por un planteo más conservador basándose en la fiabilidad, mientras que Mercedes carburó con fuerza en la segunda mitad del gran premio, gracias a una lectura perfecta de los cambios en la pista y a la pericia de sus ingenieros de muro. McLaren también se sumó a la puja, sacando partido de un coche bien equilibrado en las zonas de aceleración.
El espectáculo estuvo servido gracias a las múltiples batallas en la zona media, donde Alpine, Aston Martin y Williams lucharon rueda a rueda por los puntos. Hubo momentos de tensión con algunos contactos leves y una bandera amarilla provocada por un despiste en la curva que rodea la emblemática Sphere. Esto alteró el ritmo de carrera y puso a prueba los reflejos tanto de los pilotos como de los estrategas en el pit wall, quienes se esforzaron por encontrar la mejor opción para relanzar a sus coches.
Destacó especialmente la combatividad de pilotos como Lando Norris y Carlos Sainz, que deleitaron al público con maniobras de adelantamiento espectaculares. Y aunque no todos consiguieron culminar sus remontadas, el nivel de competitividad exhibido dejó claro por qué Las Vegas ya es una parada obligatoria en el calendario. Más allá de los resultados, la cita consolidó la pasión renovada que la Fórmula 1 vive en el continente americano.
La noche se cerró con fuegos artificiales y la sonrisa de los pilotos en el podio, mientras los equipos ya piensan en el próximo reto. La gran lección de Las Vegas es que aquí cualquier cosa puede suceder y que la Fórmula 1, año tras año, sigue escribiendo historia con cada giro de rueda en el asfalto del mundo.