El Gran Premio de Qatar 2023 ha traído consigo una de las decisiones más sorprendentes y debatidas de la temporada de Fórmula 1: la introducción de un límite máximo de 18 vueltas (aproximadamente 25 km) por stint en el uso de los neumáticos, impuesto por Pirelli y aceptado por la FIA. Esta directiva inédita surge a raíz de las preocupantes evidencias de desgaste y microfisuras detectadas en los neumáticos tras la intensa jornada de prácticas y la carrera al sprint celebrada en el circuito de Losail.
Desde los primeros compases del fin de semana, los ingenieros y pilotos se enfrentaron a un asfalto hiperabrasivo combinado con agresivos pianos exteriores, lo que desencadenó dudas sobre la durabilidad de los compuestos, especialmente los neumáticos delanteros. Pirelli, consciente del riesgo de fallos estructurales y priorizando la seguridad de los pilotos, realizó exhaustivos análisis que motivaron esta medida inédita. Las conclusiones fueron claras: ninguna goma podría soportar más de 18 vueltas a pleno rendimiento sin comprometer la seguridad.
Esta limitación ha obligado a los equipos a repensar por completo sus estrategias de carrera, llevando a la Fórmula 1 moderna a experimentar una “carrera por stints” con al menos tres paradas obligatorias en boxes. Lejos de ser un simple inconveniente técnico, la situación añade un elemento estratégico de alta tensión y pone en valor tanto la destreza en pit stops como la gestión del ritmo en pista.
La reacción de los equipos y pilotos no se hizo esperar. Algunos defendieron la decisión, reconociendo que la seguridad no puede ser puesta en riesgo bajo ninguna circunstancia, mientras que otros la consideraron una restricción antinatural, argumentando que limita la creatividad de los estrategas y el despliegue de las habilidades del piloto. De hecho, Max Verstappen comentó que la situación resultaba "extraña", ya que sustituía la gestión inteligente del neumático –uno de los mayores artes de la F1– por una simple ventana de vueltas establecida por una regla externa.
El circuito de Losail, inaugurando su tercera aparición en el calendario de F1, se caracteriza por sus largas rectas, curvas rápidas y bordillos agresivos. Estos últimos han sido uno de los factores determinantes en el incremento del estrés sobre las gomas, incluso después de que la FIA ordenara cambios en los track limits para evitar que los monoplazas los atacasen de forma excesiva. Los ingenieros informan que los pianos, en combinación con las fuerzas laterales del trazado, provocan microcortes y el debilitamiento progresivo de la estructura interna del neumático.
Además, un factor añadido ha sido la temperatura ambiental y la diferencia extrema entre el día y la noche en Qatar, afectando la ventana operativa de los neumáticos y generación de graining, fenómeno que puede acelerar aún más el desgaste. Esta tormenta perfecta de circunstancias ha convertido el evento en un auténtico laboratorio en tiempo real, en el que los equipos han debido adaptarse una vez más a las reglas cambiantes de la Fórmula 1.
No es la primera vez que temas relacionados con la integridad del neumático marcan una carrera. Sin embargo, la naturaleza global del problema en Qatar lo convierte en un caso ejemplar de reacción proactiva por parte de la FIA y Pirelli. El aprendizaje aquí podría llevar a una revisión de los pianos futuros, soluciones de asfalto, o incluso el desarrollo de nuevos compuestos más robustos para carreras en condiciones extremas.
Para los aficionados, la intriga está servida: más allá de las preocupaciones técnicas, el Gran Premio de Qatar de 2023 quedará en la memoria como un ejemplo del delicado equilibrio entre espectáculo, seguridad y espíritu competitivo. Las próximas citas dirán si este precedente servirá para replantear el diálogo entre organizadores, fabricantes y equipos a la hora de asegurar carreras tan seguras como emocionantes.
