En la era moderna de la Fórmula 1, cada detalle cuenta a la hora de ganar milésimas de segundo, pero también es imprescindible poner atención en el bienestar físico de los pilotos. Uno de los avances más notables en los últimos años ha sido el uso creciente de los chalecos refrigerantes, dispositivos diseñados para mantener la temperatura corporal de los pilotos bajo control justo antes de subirse al monoplaza. Pero, detrás de la aparente sencillez de estas prendas, existe una interesante combinación de ventajas, desventajas y retos técnicos que los propios protagonistas han compartido en varias ocasiones.
El calor extremo es un enemigo silencioso en la Fórmula 1. Las temperaturas dentro del cockpit pueden superar fácilmente los 50 grados centígrados, sobre todo en circuitos cálidos o durante sesiones largas. Esto puede provocar una pérdida de concentración, fatiga y deshidratación. Por ello, en los últimos años, prácticamente todos los equipos han adoptado diferentes estrategias para preparar a sus pilotos, entre ellas el uso de chalecos refrigerantes llenos de gel o agua helada.
Desde el paddock, varios pilotos han destacado el gran alivio que producen estos chalecos antes de la carrera. Suelen vestirlos en la parrilla mientras esperan el inicio del gran premio, absorbiendo el frescor y preparándose mental y físicamente para el esfuerzo que se avecina. Charles Leclerc y George Russell, por ejemplo, han mencionado lo revitalizante que resulta esa sensación de frío en el cuerpo minutos antes de colocarse el casco y meterse en el coche.
Pero no todo es color de rosa. Hay varios "peros" asociados al uso de los chalecos refrigerantes. Algunos pilotos han confesado que el efecto a veces es efímero: tan pronto como se los quitan y se colocan el mono ignífugo, la temperatura corporal vuelve a aumentar rápidamente. Además, en casos excepcionales, la humedad generada puede producir cierta incomodidad dentro del mono, una sensación especialmente indeseable si se considera que los pilotos pueden llegar a perder entre dos y tres kilos de peso por sudoración durante una carrera calurosa.
Aunque la intención es que el conductor salga a pista lo más fresco posible, existe el riesgo de que el irregular enfriamiento provoque efectos no deseados. Si el cuello y el torso se enfrían excesivamente, el piloto podría experimentar escalofríos o molestias musculares justo al iniciar la competencia. Algunos fisioterapeutas del paddock han diseñado rutinas personalizadas, ajustando la cantidad de tiempo que los pilotos utilizan el chaleco, la temperatura ideal y el tipo de refrigerante (agua, gel o incluso tecnologías eléctricas avanzadas).
También es crucial tener en cuenta la mentalidad de cada integrante de la parrilla. Hay pilotos que, por preferencias personales o simple costumbre, optan por evitar el chaleco y recurren a métodos más "tradicionales" de refrigeración, como botellas de agua helada o paños fríos sobre la cabeza. Otros, por el contrario, consideran el chaleco un elemento tan esencial como el casco o los guantes.
La batalla contra el calor es solo una de las miles de minucias que hacen de la Fórmula 1 la máxima expresión del automovilismo. Los chalecos enfriadores son un ejemplo de cómo la ciencia deportiva y la alta tecnología se combinan en busca de la perfección. A medida que avanza la temporada y crecen las exigencias climáticas, no cabe duda de que veremos más innovaciones en el área de la gestión térmica, tanto en la preparación de los coches como en el cuidado estrictamente personalizado de los pilotos.
Con carreras en lugares tan calurosos como Bahréin, Miami o Singapur, el reto de combatir el calor es más grande que nunca. Quizás en un futuro cercano veamos chalecos aún más avanzados, hechos a medida por equipos de tecnología deportiva puntera. Después de todo, un piloto fresco es un piloto más rápido, y en la Fórmula 1 cada detalle puede ser el factor decisivo entre la victoria y el olvido.
