La estrategia en Fórmula 1 es un arte en constante evolución y, en gran medida, la selección de neumáticos juega un papel crucial en el resultado de las carreras. Este 2024, la atención de la comunidad del deporte se ha centrado en las decisiones recientes de Pirelli respecto a la asignación de compuestos para los Grandes Premios de Austin y Ciudad de México. Un cambio que no pasó desapercibido y que ha generado un interesante debate entre equipos, pilotos y aficionados.
En años anteriores, Pirelli solía designar una serie de compuestos consecutivos para las citas de Austin y México, normalmente con la intención de encontrar un equilibrio entre durabilidad y rendimiento. Sin embargo, para estas próximas rondas, el fabricante italiano sorprendió con una selección más agresiva: un salto de una gama de compuestos a otra, lo que afecta tanto la gestión como la estrategia de los equipos durante el fin de semana.
La razón detrás de este movimiento es doble. Por un lado, la marca responde a los comentarios y datos recogidos durante las carreras pasadas, donde quedó demostrado que los compuestos más duros no siempre se adaptaban a las peculiaridades de circuitos como el Circuito de las Américas o el Autódromo Hermanos Rodríguez. Por otro lado, el objetivo es inyectar más emoción y variabilidad táctica al permitir un mayor margen a diferentes estrategias de paradas.

El asfalto de Austin es famoso por su carácter abrasivo y su mezcla de curvas de alta y baja velocidad, lo cual pone a prueba la resistencia y agarre de los neumáticos. Al optar por una gama más blanda, Pirelli busca ofrecer a los equipos la posibilidad de plantear carreras más dinámicas, donde la gestión del desgaste y la degradación será aún más determinante. Esto significa que los pilotos tendrán que equilibrar la velocidad pura con una administración más cuidadosa de sus gomas.
En México, el desafío es diferente. La altitud del circuito reduce la carga aerodinámica natural de los monoplazas, provocando que los neumáticos deban trabajar más intensamente para mantener el agarre. Aquí, el uso de compuestos más blandos podría traducirse en un mayor degradación, especialmente en largas tandas. Sin embargo, también abre la puerta a estrategias de múltiples paradas y, en consecuencia, a oportunidades para equipos que gestionen mejor los compuestos.
Otra variable a tener en cuenta es el comportamiento de la pista a medida que progresa el fin de semana. En ambos circuitos, la evolución del asfalto suele ser notable, lo que puede modificar en gran medida la cantidad de agarre disponible de viernes a domingo. Así, la elección de neumáticos agregará una capa extra de complejidad, desafiando tanto a ingenieros como a pilotos a adaptarse rápidamente a las cambiantes condiciones.
Este movimiento estratégico de Pirelli no solo persigue incrementar el espectáculo, sino también pone a prueba la capacidad de reacción de las escuderías para diseñar estrategias flexibles. Desde Mercedes hasta Red Bull, pasando por Ferrari y McLaren, todos los equipos se verán obligados a repensar la gestión de sus neumáticos, así como a prestar una atención aún mayor a los entrenamientos libres, donde la simulación de tandas largas será clave para descifrar el comportamiento de los compuestos.
Para los aficionados, este cambio promete sesiones de carrera impredecibles, con mayor variedad táctica y un potencial incremento de adelantamientos propiciados tanto por el diferente desgaste de neumáticos como por la posibilidad de estrategias alternativas. Más allá de la pura velocidad, la inteligencia y la capacidad de adaptación serán, sin duda, los factores que marquen la diferencia en Austin y México. ¿Veremos a algún outsider sorprender a los favoritos gracias a una elección acertada de estrategia? La respuesta, como siempre, la dará la pista.