El Gran Premio de Azerbaiyán siempre ha sido un reto mayúsculo para las escuderías de Fórmula 1, y esta temporada no ha sido la excepción. El circuito urbano de Bakú, con sus largas rectas y estrechas curvas a través del casco antiguo, representa uno de los escenarios más impredecibles del calendario. Este año, todos los ojos han estado puestos en McLaren, equipo que venía mostrando un rendimiento sobresaliente durante los últimos fines de semana. Sin embargo, tras las sesiones de práctica del viernes, las dudas han comenzado a surgir sobre la capacidad del equipo de Woking para mantener el impulso logrado recientemente.
En lo que va de la temporada, McLaren ha sorprendido con una progresión sorprendente en términos de desarrollo y competitividad. Lando Norris y Oscar Piastri han logrado optimizar al máximo las evoluciones implementadas en el monoplaza, situando a la escudería británica como una de las principales rivales de Red Bull y Ferrari. No obstante, Bakú ha supuesto un desafío distinto, donde muchos equipos han optado por configuraciones de baja carga aerodinámica para maximizar la velocidad punta, factor fundamental en este circuito.
Durante las primeras sesiones de libres, tanto Norris como Piastri se encontraron lidiando con dificultades para encontrar el equilibrio perfecto entre velocidad máxima en las rectas y estabilidad en el sector más sinuoso de la pista. El coche se mostró inestable al frenar fuerte y poco reactivo en la entrada a las curvas más lentas, lo que obligó a los pilotos a realizar numerosos ajustes en sus estilos de conducción. Las simulaciones de carrera tampoco arrojan resultados del todo alentadores, ya que el desgaste de los neumáticos apareció más temprano de lo esperado.
Parte de las complicaciones que enfrenta McLaren en Bakú radican en la naturaleza técnica del trazado. Las largas rectas favorecen a los equipos con motores más potentes y menor resistencia aerodinámica, mientras que las curvas cerradas y obligan a los ingenieros a buscar el compromiso óptimo en el setup. De acuerdo con los datos directamente extraídos del garaje de McLaren, el equipo se ha volcado en encontrar soluciones rápidas en la puesta a punto, dedicando buena parte de las sesiones libres a comparar distintas configuraciones de alas y ajustes en la suspensión.
Aunque los cronos finales no reflejaron la superioridad exhibida por McLaren en carreras anteriores, el equipo conserva una cierta dosis de optimismo. Los ingenieros aseguran que aún queda margen de mejora antes de la clasificación, especialmente en lo relativo a la gestión térmica de los neumáticos y la tracción a la salida de las curvas lentas. Lando Norris, siempre positivo pero realista, admitió que tendrán que exprimir al máximo cada detalle estratégico para poder plantar cara a Ferrari y Red Bull durante la carrera del domingo.
Por su parte, Oscar Piastri continúa ganando valiosa experiencia en una de las pistas más exigentes del calendario, y aunque el ritmo a una vuelta todavía no es espectacular, las tandas largas mostraron cierta solidez en condiciones de carrera. Uno de los puntos brillantes para McLaren ha sido la eficiencia de las paradas en boxes y el trabajo en equipo dentro del box, un factor que podría ser decisivo dada la alta probabilidad de que el Safety Car haga su aparición en algún momento de la carrera.
En definitiva, aunque McLaren ha encontrado más dificultades de las esperadas en el Gran Premio de Azerbaiyán, la capacidad de adaptación y reacción mostrada por el equipo en lo que va de la temporada invita a pensar que, con los ajustes adecuados, podrían volver a meterse de lleno en la lucha por los puestos de podio. La cita en Bakú se presenta como un desafío crucial, una verdadera prueba de fuego para comprobar si la escudería británica puede mantener su tendencia ascendente y seguir incomodando a los favoritos.
