En la historia reciente de la Fórmula 1, el término “right of review” o derecho de revisión ha sido una herramienta raramente exitosa para los equipos y pilotos que buscan impugnar decisiones de los comisarios de la FIA después de una carrera. Sin embargo, Carlos Sainz y la Scuderia Ferrari han roto ese molde, logrando una revisión favorable que ha sentado un precedente interesantísimo para el futuro de la categoría. Este logro no sólo ha reivindicado a Sainz tras una penalización controvertida, sino que ha abierto la puerta a una era de mayor transparencia y argumentación sólida en la resolución de incidentes polémicos. Todo comenzó en el Gran Premio de Las Vegas 2023, donde Sainz recibió una penalización de diez posiciones en la parrilla debido a un cambio de componentes en su monoplaza, tras sufrir daños irreparables después de golpear una tapa de alcantarilla suelta durante los entrenamientos libres. El incidente, provocado por un fallo en la infraestructura del circuito urbano, fue catalogado unánimemente como “injusto” por la comunidad del paddock, ya que Sainz y Ferrari no tuvieron culpa alguna sobre los hechos. A pesar de las apelaciones iniciales, la sanción se mantuvo hasta que Ferrari activó oficialmente el derecho de revisión con nuevas evidencias y argumentos, apoyados en la reglamentación y el sentido común. Lo novedoso y crucial de este caso fue la capacidad de Ferrari de convencer a la FIA de que circunstancias excepcionales, totalmente fuera del control del equipo y del piloto, merecían un trato diferente. Al aceptar la revisión y finalmente retirar la penalidad, la FIA demostró flexibilidad y envió un mensaje fuerte: cuando la evidencia es contundente y la petición está bien fundamentada, las reglas pueden interpretarse a favor de la equidad deportiva.

Este caso representa una victoria para todos los equipos que en el pasado se han sentido impotentes tras decisiones polémicas. Anteriormente, las apelaciones de este tipo solían fracasar debido a la rigidez de los procedimientos o la falta de evidencia “nueva y relevante”. Pero Ferrari estableció un modelo a seguir para el resto del paddock: preparación exhaustiva, argumentos legales y técnicos sólidos, y el apoyo de hechos irrefutables. Pareciera que la FIA está dispuesta a escuchar cuando el caso lo merece y la evidencia va más allá de la mera protesta emocional. Para los fans de la Fórmula 1, este precedente es positivo. No solo se hizo justicia para Carlos Sainz, quien demostró gran profesionalismo y carácter pese a la adversidad, sino que ahora se anticipa un campeonato más justo donde las situaciones fortuitas y externas no condenen irremediablemente las aspiraciones de un equipo o piloto. A la vez, se promueve un escenario donde la FIA está más abierta al diálogo y a la reevaluación, en contraste con la imagen inamovible que históricamente ha ofrecido. Desde la perspectiva estratégica, los equipos ahora tendrán mayor incentivo a recopilar meticulosamente pruebas y documentar incidentes a lo largo del fin de semana. Sabedores de que el “right of review” tiene opciones reales de prosperar si se utiliza con inteligencia, pueden transformar potenciales injusticias en resoluciones justas, beneficiando la integridad del campeonato y la credibilidad de la institución reguladora. Por último, el éxito de Ferrari y Sainz en este episodio resalta la importancia del trabajo en equipo entre los departamentos legales, técnicos y de comunicación de un equipo de F1. En un escenario de presión máxima, lograron un cambio institucional que podría definir cómo la Fórmula 1 gestiona las controversias en el futuro. El deporte sale fortalecido, los aficionados tienen más motivos para confiar en el sistema y los pilotos compiten bajo una normativa más razonable y adaptativa. Sin duda, lo ocurrido marcará un antes y un después en los libros de historia de la Fórmula 1, y servirá de ejemplo para todos aquellos que, confiando en la evidencia y el procedimiento correcto, buscan que la justicia deportiva prevalezca en la categoría reina del automovilismo.