En la historia de la Fórmula 1, la manera en la que se otorgan los puntos a los pilotos ha evolucionado constantemente, impactando de manera significativa los resultados de los campeonatos. ¿Alguna vez te has preguntado cómo cambiaría la lista de campeones mundiales si todos los títulos se decidieran bajo el sistema de puntos moderno, utilizado desde 2010? Esta cuestión nos abre un fascinante debate sobre la justicia deportiva y el verdadero valor del rendimiento a lo largo de las temporadas.
Desde los años 50 hasta nuestros días, la Fórmula 1 ha modificado numerosas veces sus sistemas de puntuación, siendo la temporada 2010 el momento de mayor cambio: se pasó de 10 puntos para el ganador a 25, premiando más las victorias y aumentando la brecha entre puestos. Esto transforma drásticamente cómo se definirían las luchas por el título en años pasados, haciendo que, en muchos casos, los campeones históricos serían diferentes a los que todos conocemos.
Por ejemplo, bajo el sistema moderno, leyendas como Alain Prost, Nigel Mansell o Nelson Piquet verían modificada su cantidad de títulos. Michael Schumacher, quien obtuvo siete campeonatos con el antiguo reglamento, podría haber sumado más—o, increíblemente, podría haber perdido alguno—dependiendo de la constancia de sus rivales más cercanos y del nuevo peso que adquiere ganar carreras.

Este análisis permite ver que Lewis Hamilton, el piloto más exitoso de la era turbo-híbrida y emblema de Mercedes, mantendría sus siete títulos mundiales. Sin embargo, la diferencia radicaría en que su dominio sería aún más contundente en algunos años, con mayor cantidad de puntos a su favor gracias a sus numerosas victorias. No obstante, la mayor sorpresa viene de pilotos como Fernando Alonso, quien, según este sistema, habría estado incluso más cerca de alcanzar un tercer campeonato mundial en 2012, cuando perdió por unos pocos puntos ante Sebastian Vettel.
Si nos remontamos a los inicios de la Fórmula 1, el resultado cambia radicalmente para varios grandes campeones. Juan Manuel Fangio, considerado uno de los mejores de la historia, habría visto sus coronas variar ligeramente, aunque su consistencia y dominio seguían marcando la pauta. En cambio, pilotos como Stirling Moss, eterno subcampeón, podrían haberse coronado campeones del mundo al ser más valoradas sus múltiples victorias en una época donde la regularidad tenía más peso bajo el antiguo formato.
La introducción del sistema de puntos actual pone de manifiesto la importancia de la victoria: 25 puntos para el ganador, 18 para el segundo y así sucesivamente. Esta diferencia premia la capacidad de arriesgar y buscar la victoria por encima de la regularidad, un valor que la afición suele apreciar por encima de la simple acumulación de podios. Con esto, temporadas particularmente reñidas entre dos pilotos podrían haberse decantado hacia el lado del que ganaba más carreras y no del que simplemente era más regular.
Para los aficionados más jóvenes, es interesante analizar cómo históricamente equipos como Ferrari, Williams o McLaren podrían haber ampliado su palmarés, o cómo equipos modestos en el pasado habrían saboreado la gloria bajo las reglas actuales. Además, este ejercicio nos ayuda a comprender mejor la relevancia de cada época y a valorar aún más los grandes duelos que han marcado la narrativa de la Fórmula 1.
En definitiva, recalcular la historia de los campeonatos bajo el prisma del sistema de puntos moderno no solo nos ofrece un curioso juego estadístico, sino que nos obliga a reflexionar sobre la equidad y la evolución del deporte rey del automovilismo. Los grandes campeones seguirían siendo recordados, pero quizás otra leyenda se habría escrito a lo largo de estos años, dando un giro emocionante a la historia de la F1.