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Había una vez un Liam Lawson...

Había una vez un Liam Lawson...

Tóth Krisztián Márk |

El caso de la expulsión de Lawson no es solo aterrador porque, de hecho, es un caso sin precedentes incluso en el sombrío mundo de la Fórmula 1, donde alguien es despedido después de solo dos carreras. Es mucho más por el mensaje subyacente que representa.

Nueva Zelanda es todo menos una nación de automovilismo, y Liam Lawson es todo menos un supertalento. Sería inútil discutir esto, porque son HECHOS. Ya hemos visto ejemplos reales de ambos, y ciertamente no se parecen al (ex) piloto de Red Bull Racing y su origen. Helmut Marko y Christian Horner lo sabían bien, y también observaron de cerca cómo Tsunoda, quien ha sido colocado en su lugar, supera constantemente a Lawson en cada indicador. Y no solo a él, sino a todos sus compañeros de equipo que sufren en Racing Bulls. A su lado, considera, respeta y cumple cada petición, deseo y suspiro. Cambia como competidor, cambia como persona, se somete a todo para cumplir. A pesar de esto, no está claro que él reciba el asiento de Red Bull...

Por cierto, no se me malinterprete, no creo en absoluto que Tsunoda sea un piloto del nivel de RBR, alguien de quien se pueda esperar que gane carreras, que participe activamente en la lucha por el campeonato de constructores. Pero definitivamente es más adecuado para esta tarea que Lawson. Pero, claro, está el maldito dinero. Ni siquiera les dejan la ilusión de que algo más cuente al elegir a un piloto. O, aún más triste: ni siquiera les dejan la ilusión de que HAYA OTRA COSA QUE CUENTE.

Porque si importara (en una empresa con tantas posibilidades como Red Bull, no entiendo esta mentalidad), entonces definitivamente lo harían y colocarían a Fernando Alonso, quien ha estado en el limbo durante años y merece un destino mucho mejor, junto a Max Verstappen, dispuesto a hacer cualquier cosa por el éxito, incluso a “morir” por ello. Un piloto con el que el equipo podría colocarse en otra dimensión tanto histórica como económicamente en el deporte. Si, en lugar de perseguir negocios y mega-súper ganancias, solo respetaran un poco el valor deportivo de la Fórmula 1, dirían: “nosotros, Red Bull Racing, le damos a los aficionados lo que siempre han deseado. ¡Que les jodan, que haya Rock’n’Roll!” Porque pueden hacerlo.

Es cierto que también pueden destruir a jóvenes con mejor destino en una línea de producción, fabricando cada temporada más y más Liam Lawsons. Es triste que ejerzan este derecho.

 

Foto: Planet F1