La escudería Ferrari vivió un fin de semana para el olvido en el reciente Gran Premio de Canadá, desafiando las expectativas que se habían depositado en el equipo tras su triunfo en Mónaco. Los tifosi llegaron llenos de esperanza, pero la realidad en pista les devolvió una dura lección sobre lo imprevisible que puede ser la Fórmula 1. Tanto Charles Leclerc como Carlos Sainz sufrieron una mezcla de problemas técnicos, estrategias que no dieron resultado y condiciones de pista complicadas, confirmando que la competitividad en la temporada 2024 está al rojo vivo.
El director del equipo, Frédéric Vasseur, fue tajante al reflexionar sobre sus resultados canadienses, calificando el fin de semana como “mega frustrante”. Mientras Red Bull y McLaren lograban gestionar de manera inteligente los desafíos meteorológicos y sacaban el máximo partido a sus monoplazas, Ferrari parecía no encontrar en ningún momento la puesta a punto idónea. La poca adherencia, la variación en las condiciones de la pista y los problemas mecánicos que afectaron particularmente a Leclerc —incluyendo una preocupante pérdida de potencia— contribuyeron a que la Scuderia terminara el GP sin ningún punto, un resultado extremadamente raro para los de Maranello.
El infortunio de los italianos quedó de manifiesto desde la clasificación. Las bajas temperaturas y la lluvia intermitente desconcertaron al equipo durante las prácticas, impidiendo que encontraran el balance ideal de su SF-24. En carrera, la situación tampoco mejoró. Leclerc, quien partía desde la sexta posición, sufrió un grave inconveniente con la unidad de potencia que le hizo perder un tiempo invaluable en las rectas y, posteriormente, la apuesta estratégica de cambiar a neumáticos de seco demasiado pronto. A pesar de los intentos por recuperar terreno, el monegasco tuvo que abandonar. Mientras tanto, Sainz también luchó con la falta de ritmo y acabó fuera de pista tras un trompo, sellando un resultado catastrófico.
Este doble abandono significa mucho más que un simple bache en la carrera por el campeonato; también refleja la necesidad constante de adaptación y mejora que exige la Fórmula 1 moderna. Vasseur reconoció que, en un campeonato tan ajustado y competitivo, no se pueden permitir “ni el más mínimo error técnico”. El jefe galo evitó cargar las tintas sobre sus pilotos y puso en relieve la responsabilidad colectiva: desde ingenieros hasta diseñadores. La característica polivalencia del circuito de Montreal puso en jaque la versatilidad del SF-24, que había brillado en Mónaco pero se mostró falto de respuesta en Canadá.
Mientras tanto, los rivales directos de Ferrari sumaron grandes cosechas de puntos, ampliando las distancias en la clasificación de constructores. Red Bull, con otro sólido resultado, sigue liderando con autoridad; McLaren, por su parte, continúa demostrando la solidez y evolución de su proyecto técnico. Esta competencia feroz deja claro que Ferrari, si quiere mantener vivas sus opciones de pelear por ambos títulos, necesita reaccionar con rapidez y precisión en las próximas carreras.
A pesar de la frustración del gran premio canadiense, Vasseur insistió en no desmoralizarse. “No sirve de nada lamentarse demasiado. Lo importante es aprender rápido”, subrayó el director deportivo, demostrando una mentalidad de resiliencia. La mirada de todo el equipo rojo ya está puesta en el Gran Premio de España, un trazado en el que esperan recuperar competitividad y devolver la alegría a sus seguidores.
Para los fans, lo ocurrido en Canadá es un recordatorio de que la Fórmula 1 no respeta favoritismos ni historias pasadas. Cada fin de semana representa un nuevo desafío y una oportunidad de redención. El reto para Ferrari es enorme, pero la pasión de los tifosi permanece intacta, esperando la reacción que todos sueñan ver: ver de nuevo al Cavallino Rampante luchando al frente. El trabajo duro, la innovación y el espíritu inquebrantable del equipo determinarán si este mal trago es solo un tropiezo o la antesala de un glorioso regreso.
